El dinamismo regulatorio y la rápida expansión de proyectos en Argentina podría ubicar al país vecino por encima de Chile en producción hacia 2034, según expertos del sector.
«Chile enfrenta el riesgo de perder liderazgo en la industria del litio si no acelera sus definiciones estratégicas”.
Argentina acelera y se posiciona como un competidor decisivo
Aunque el litio continúa siendo —después del cobre— el segundo recurso minero más relevante para Chile, voces del sector advierten que el país podría ceder su histórica ventaja competitiva frente a Argentina. El impulso regulatorio del gobierno de Javier Milei, sumado a una cartera de inversiones en expansión, estaría configurando un escenario donde el país trasandino podría transformarse en el segundo mayor productor mundial hacia la década de 2030.
De acuerdo con estimaciones recogidas en el último Foro del Litio, Argentina registra actualmente 24 inversiones en desarrollo, por un total de US$14.847 millones, de las cuales 12 podrían entrar en operación entre 2025 y 2032. En contraste, Chile acumula solo 13 iniciativas activas y únicamente una —el CEOL adjudicado al proyecto Salares Altoandinos de Enami y Rio Tinto— ha completado su proceso, aunque permanecen paralizadas sus faenas por una disputa judicial con Eramet.
Un marco regulatorio más flexible y mayor velocidad de ejecución
El jefe de industria minera de Plusmining, Andrés González, sostiene que “en Chile es mucho más complejo iniciar proyectos de litio que en Argentina”. A su juicio, los plazos, permisos y marcos de propiedad generan barreras que no existen al otro lado de la cordillera.
Coincide con él José Hofer, socio de Supply Chain Insights, quien aseguró que “en 10 años Chile, con suerte, duplicará su producción, pero Argentina la sextuplicará y tendrá unos 20 proyectos andando”. Si esas proyecciones se cumplen, la industria chilena quedaría en tercer lugar mundial hacia 2034.
Entre los factores que explican este despegue destaca el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), que entrega beneficios fiscales y garantías jurídicas para proyectos sobre US$200 millones, una señal que —según los especialistas— ha profundizado el interés de capitales internacionales.
Debate interno: el rol del Estado y la necesidad de ajustes
El análisis local apunta a que la política aplicada en Chile, enmarcada en la Estrategia Nacional del Litio, ha avanzado en acuerdos relevantes —como el pacto Codelco-SQM para el Salar de Atacama—, pero mantiene elementos que podrían estar frenando el dinamismo de la industria.
Para Daniel Jiménez, fundador de iLimarkets, “el litio debe tratarse como un mineral más e incorporarlo al régimen de propiedad minera”, afirmación que implica revisar el modelo híbrido entre concesiones y CEOL, así como el rol de la Comisión Chilena de Energía Nuclear en la definición de cuotas.
Desde otra perspectiva, el exdirector de Sernageomin, Alfonso Domeyko, plantea que la próxima administración debiera “acelerar la entrega de CEOL a quienes tengan concesiones mineras en la zona, con condiciones que lo obliguen a desarrollar los proyectos”. Su diagnóstico coincide con el de otros especialistas: Chile enfrenta el riesgo de perder liderazgo en la industria del litio si no acelera sus definiciones estratégicas.
Mientras tanto, el mercado global continúa expandiéndose al ritmo de la electromovilidad y el almacenamiento energético, sectores que, según todas las proyecciones, sostendrán una demanda creciente en los próximos años.
