Factores macroeconómicos, déficit estructural de oferta y una demanda tecnológica en expansión explican el rally del metal blanco, que en 2025 ha más que duplicado su valor y alcanza máximos inéditos en los mercados internacionales.
Un repunte sin precedentes en una década
El mercado de los metales preciosos ha sido testigo en 2025 de un fenómeno inusual: la plata no solo acompaña el alza del oro, sino que lo supera ampliamente. El metal blanco pasó de cotizar en torno a los US$30 por onza a comienzos del año a marcar un récord histórico de US$67,65 el pasado 18 de diciembre en el mercado Comex. Se trata de un incremento superior al 110% en doce meses, un desempeño que contrasta con el del oro, cuyo avance —aunque significativo— ha sido cercano al 60%.
Este salto rompe con una década de relativa estabilidad para la plata, cuyos precios se movieron mayoritariamente entre US$15 y US$25 la onza, con episodios puntuales sobre los US$30. Incluso en sus máximos históricos previos, en 1980 y 2011, el metal no había logrado sostener valores por encima de los US$50.
Contexto financiero y debilitamiento del dólar
Entre los detonantes del rally destaca el escenario macroeconómico internacional. La depreciación del dólar estadounidense y las expectativas de recortes de tasas por parte de la Reserva Federal han fortalecido el atractivo de los metales preciosos como refugio de valor. En un contexto de inflación persistente y volatilidad financiera, la plata ha recuperado protagonismo como activo defensivo, ampliando su base de inversionistas.
No obstante, a diferencia del oro, la plata combina su rol financiero con un creciente peso industrial, lo que amplifica su sensibilidad a cambios estructurales en la economía global.
Restricciones de oferta y desafíos productivos
La escalada de precios también responde a un escenario de oferta tensionada. Latinoamérica, responsable de más de la mitad de la producción mundial de plata, enfrenta una disminución sostenida de su producción debido al envejecimiento de minas, menores leyes minerales y un entorno regulatorio más exigente. México, principal productor global, ha registrado caídas de dos dígitos en los últimos años, mientras Perú, Bolivia y Chile lidian con mayores costos y menor eficiencia extractiva.
Según The Silver Institute, el mercado de la plata acumula cinco años consecutivos de déficit estructural, con una brecha estimada para 2025 de cerca de 95 millones de onzas entre oferta y demanda, una presión que ha sido clave en la valorización del metal.
Demanda tecnológica y transición energética
El impulso más decisivo proviene de la demanda industrial. La plata es un insumo crítico en la fabricación de paneles solares, vehículos eléctricos, chips de inteligencia artificial, centros de datos y dispositivos médicos. El avance de la transición energética y la digitalización ha elevado de forma sostenida su consumo. Proyecciones de Oxford Economics anticipan un crecimiento anual de 3,4% en la demanda del sector automotriz hasta 2031, mientras la expansión de los centros de datos en Estados Unidos añadiría una presión adicional.
Un metal con historia y proyección
Con un pasado ligado al comercio global y al sistema monetario, la plata parece reencontrarse con un rol estratégico en la economía moderna. La combinación de escasez relativa, demanda estructural y atractivo financiero explica por qué el metal precioso intenta hoy competir, mano a mano, con el histórico liderazgo del oro.
