Litio y cobre vuelven a cruzarse en la misma conversación económica chilena, pero desde posiciones opuestas. Mientras el cobre cerró 2025 en máximos históricos —superando los US$12.000 por tonelada en Londres y anotando su mayor alza anual desde 2009, según el Financial Times—, el litio terminó el año intentando dejar atrás su etapa más dura: precios deprimidos por sobreoferta, recortes de producción y una recuperación que aún no alcanza para devolverle la “mística” de 2022. La diferencia no es menor: el cobre entrega caja hoy, empuja el tipo de cambio, mejora términos de intercambio y sostiene expectativas de inversión; el litio, en cambio, exige paciencia, permisos, gobernanza y tecnología para convertir interés estratégico en rentabilidad estable. Y en ese contraste —renta inmediata versus apuesta de largo plazo— se juega parte de la conversación fiscal, industrial y política de 2026. (Ver el análisis del Financial Times sobre el rally del cobre en 2025).
Cobre: el shock positivo que ya se siente en la macro y en la inversión
El impulso del cobre no es solo una cifra de mercado: es un “viento de cola” macroeconómico. El IPoM de diciembre de 2025 del Banco Central reconoce que el alza del metal ha mejorado los términos de intercambio, y en su resumen ejecutivo eleva la proyección del precio promedio del cobre a US$4,7 por libra en 2026, precisamente por el efecto en cuenta corriente y expectativas. A eso se suma una narrativa global: electrificación, redes, data centers y transición energética presionan la demanda, mientras la oferta enfrenta cuellos de botella y riesgos de interrupciones. En Chile, Cochilco venía advirtiendo un mercado ajustado y precios históricamente elevados en sus proyecciones 2025-2026. El resultado práctico: el cobre vuelve a dominar el tablero de corto plazo (recaudación, inversión minera, confianza), dejando al litio —por ahora— en un segundo plano de expectativas más que de impacto inmediato.
Litio: interés económico, pero con precio volátil y un calendario que recién toma forma
En litio, el “interés país” está intacto, pero el mercado obliga a matizar. Cochilco describe un escenario de sobreoferta y presión de precios en su Informe Mercado del Litio 2025–2026, aun cuando la demanda global seguiría creciendo (1,34 millones de toneladas LCE en 2025 y 1,56 millones en 2026) y el balance permanecería en superávit. En paralelo, el precio mostró señales de vida hacia el cierre del año: La Tercera reportó que el carbonato de litio se acercó a US$16.000 por tonelada hacia fines de 2025, aunque el promedio anual fue bajo en perspectiva histórica (detalle del cierre 2025). La gran novedad chilena es institucional: el 27 de diciembre, Codelco y SQM formalizaron la sociedad NovaAndino Litio, con horizonte hasta 2060, en un marco donde el Estado busca mayor protagonismo. Y el cronograma importa: la continuidad operacional se apoya en hitos administrativos, como la toma de razón de Contraloría. En la práctica, 2026 será el año en que el litio de Chile deberá demostrar que puede convivir con reglas más exigentes y tecnología más eficiente, mientras el cobre —si mantiene su racha— seguirá financiando el presente.
